La agricultura española es 
una de las grandes protagonistas de la dieta mediterránea. El aceite o 
el vino son solo algunos ejemplos que destacan por su calidad en todo 
nuestro territorio y de cara a nuestros países vecinos. Pero al 
disfrutar de ella, a veces el consumidor no es consciente del largo 
viaje que debe hacer desde que se obtienen los productos de la ganadería
 o la agricultura hasta llegar a su plato. El origen de cada uno de 
ellos, así como los procesos de elaboración que determinan su calidad, o
 la seguridad a la que se someten durante el transporte, es normalmente 
información que no está disponible en el etiquetado.
La etiqueta, clave para ganarse la confianza del consumidor
Si bien la etiqueta refleja el origen y 
algunas características del producto a comprar, no todo el mundo la 
mira. Se estima que aproximadamente la mitad de los consumidores lo 
hace. No obstante, en ocasiones los detalles que aparecen son 
insuficientes para certificar de dónde provienen exactamente los 
productos, si los ingredientes son correctos o si son saludables para el
 consumidor.
A pesar de que la industria alimentaria está
 regulada por normativas tanto nacionales como europeas para garantizar 
la calidad, el fraude es más común de lo que pensamos. En España, por 
ejemplo, se ha visto cómo algunas botellas de vino presentaban 
irregularidades en su denominación de origen o en las indicaciones 
geográficas, o cómo algunos productos ganaderos eran considerados de 
España cuando provenían de Francia.
Mentir sobre las características u origen 
del producto no solo repercute en el bolsillo del consumidor final, que a
 menudo está dispuesto a pagar más por la calidad, sino que puede 
suponer un riesgo para la salud, ya que dicho producto puede no estar 
cumpliendo las normativas de seguridad alimentaria. Es por ello que el 
etiquetado es clave a la hora de proporcionar información acerca de la 
veracidad, origen y salubridad para el consumidor. Y aquí, la tecnología
 es capaz de ayudar.
Consumidores bien informados y confiados
La tecnología blockchain es capaz de 
resolver este problema. Si bien es conocida en el mundo de las 
criptomonedas porque permite realizar transacciones de forma segura, 
rápida y descentralizada, también es aplicable al sector 
agroalimentario. IBM lanzó en 2018 IBM Food Trust, una plataforma que 
conecta a productores, proveedores, fabricantes y minoristas a través de
 un registro permanente y compartido que logra, precisamente, dar 
visibilidad en cada paso de la cadena de suministro alimentaria, con 
beneficios para todos los actores implicados.
A través de esta red, se pueden rastrear los
 productos en cuestión de segundos y aportar toda la transparencia que 
se necesita en el proceso. Así, el cliente que está en el supermercado a
 punto de decantarse por un alimento hortofrutícola puede saber cuándo y
 en qué parcela ha sido cultivado, si ha sufrido daños durante el 
transporte o si ha estado mucho tiempo almacenado y ya no es tan fresco,
 además de otra información valiosa que conformará su decisión de 
compra.
Pero no solo el cliente final se beneficia 
al tener esta información en sus manos, sino que todos los actores de la
 cadena de suministro por la que pasa el producto obtienen valor: una 
mayor eficiencia, se solventan puntos débiles, se genera una mayor 
confianza de la marca, un mejor producto, etc. Esto, además, hace que el
 producto no solo pueda ser considerado de calidad, sino también 
sostenible.
Tecnología para impulsar la sostenibilidad
Otra de las ventajas que puede aportar la 
trazabilidad y la transparencia de esta tecnología a lo largo de la 
cadena de valor es poder catalogar a los productos como sostenibles. 
Este factor es hoy en día un imperativo en todo lo que nos rodea y los 
consumidores tienen ya una gran conciencia de ello. En España, 6 de cada
 10 españoles encuestados por IBM
 cambiarían sus hábitos de consumo para mejorar el medioambiente. Esto, 
además, repercute directamente en el consumo y la economía: otro estudio
 reciente de IBM refleja que el 41% de los españoles encuestados dijo 
haber pagado un extra por productos catalogados de esta manera, hasta un
 43% más.
Y la sostenibilidad no solo es importante de
 cara a la calidad y el resultado del producto final, sino de la 
responsabilidad que se ha seguido en su proceso:  si se ha respetado a 
los trabajadores y animales que han estado implicados o si se están 
desperdiciando recursos, por ejemplo.
Esta es una razón más para posicionar a la tecnología blockchain como un gran facilitador para la industria alimentaria. Una cadena de suministro impulsada por esta tecnología es capaz de conseguir un proceso de elaboración más sostenible, con producciones eficientes y transparentes y evitando el fraude. Poseer toda esta información en una etiqueta empodera a la clientela, dándole la capacidad de tener en su mano toda la información que conforma su decisión de compra, y demostrando al detalle que el producto que se lleva está a la altura.
 
                                                     
                                         
                                         
                                         
                                         
                                         
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                    